¿Qué sabemos de la mamografía y hacia dónde avanzar?

Al escuchar la palabra cáncer de mama, se nos vienen a la mente muchos aspectos negativos: miedo, incertidumbre, agobio, crisis, preocupación, entre muchos otros. Esto no es de extrañar ya que representa la ¡primera causa de muerte de mujeres en el mundo! Debido a su importancia, es que forma parte de los exámenes cubiertos por las Garantías Explícitas en Salud (GES) y, así, de forma gratuita las mujeres entre los 50 a 69 años pueden realizarse una mamografía cada tres años en los centros de salud.

Pero, ¿qué sabemos sobre la mamografía? Seguro que algunas de sus respuestas serán que es un examen inofensivo, sin efectos secundarios, que salva muchas vidas y que existen factores que pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de mama Parte de esta información es cierta, pero para comprender esto de mejor manera, plantearemos la siguiente situación hipotética: Existe un grupo 200 mujeres que se hacen la mamografía cada dos años mientras tienen 50 a 69 años de edad, y luego se le hace un seguimiento para cuando cumplan 80 años. Lo que sucedería sería lo siguiente:

  1. 1 de ellas sobrevivirá a un cáncer de mama gracias al cribado, ya que de lo contrario hubiese fallecido por la enfermedad.
  2. 4 de ellas habrán muerto de cáncer de mama a pesar de haberse realizado el cribado.
  3. 2 de ellas serán diagnosticadas y tratadas de un cáncer de mama que no hubiese sido una amenaza para su vida, ya sea por su tipo o por su lento crecimiento (sobrediagnóstico).
  4. 40 de ellas necesitarán pruebas diagnósticas adicionales para luego descartar que la alteración observada en la mamografía fuese un cáncer de mama (falso positivo).

Estos datos nos evidencian que, al igual que la mayoría de los exámenes médicos, la mamografía es incierta, provoca efectos secundarios (como el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, o la ansiedad derivada de la necesidad de hacer pruebas adicionales) y beneficios (reduce la mortalidad) a las mujeres que participan en el programa de cribado de cáncer de mama. Sin embargo, la mamografía sigue siendo hasta hoy en día el mejor método de diagnóstico precoz, y por esta razón es recomendable seguir participando en el programa.

Por otro lado, debido a que es difícil determinar qué mujeres padecerán los efectos secundarios o se beneficiarán del cribado, sería recomendable que pudieran dialogar con un profesional de salud sobre sus creencias y sus miedos personales hacia el cribado, ser informadas sobre los beneficios y desventajas que pueden experimentar con la mamografía, y así, poder tomar una decisión más informada. Solo para ejemplificar esta situación, algunos estudios recientes muestran que el 84,3% de las mujeres respondieron erradamente a la pregunta “¿Crees que la mamografía previene el cáncer de mama? (Respuesta correcta: No).

Además, en otros países más desarrollados se están estudiando estrategias para mejorar la efectividad de los programas de cribado. Para ello se plantea, entre otras opciones, cambiar el actual modelo basado en un cribado estándar, según criterios de edad, a uno personalizado. En éste, se determinaría el riesgo individual de cada mujer a ser diagnosticada de cáncer de mama, según sus características personales, historia familiar, edad, características genéticas, antecedentes previos de enfermedad mamaria, etc. De esta forma, puede ajustarse de manera más precisa, para cada mujer y en relación a su riesgo, la edad de entrada y salida del programa de cribado, la frecuencia y el tipo de prueba. Así, por ejemplo, las mujeres de mayor riesgo pueden incorporarse antes al programa de cribado y hacerse el examen con mayor frecuencia, mientras que las de menor riesgo pueden distanciar los cribados. ¿Qué le parecería esta medida? Si bien en un inicio puede existir resistencia, este método permitiría focalizar los recursos en las mujeres que requieran mayor atención, y en conclusión, un uso más eficiente.

 

¿Cómo decidir sobre la mamografía?

Existen distintos modelos de participación para tomar decisiones: paternalista, compartido e informado. En la Toma de Decisiones Compartidas tanto el paciente como el médico son expertos en diferentes temas.

 

Estos enfoques nos permiten concretar un modelo centrado en la persona; por un lado, incluir en la decisión de la mamografía las propias preferencias de las mujeres, y por el otro, contar con una mirada individual del riesgo y proporcionar alternativas acordes a esta.

Finalmente, ¡mucho hemos avanzado desde la implementación del programa de cribado! Pero nos quedan desafíos por delante, para lo cual todos somos relevantes: los clínicos, los decisores públicos y privados, los administradores de las instituciones de salud, los académicos, las mujeres, etc. Aprovechemos la celebración del Día Internacional del Cáncer de mama para tomar conciencia de la importancia del cribado, adoptar actividades preventivas y fomentar la necesidad de informarnos para poder tomar una decisión.

Escrito por María José Hernández Leal

Investigador postdoctoral en Programa de Doctorado en Ciencias Médicas. Universidad de la Frontera.

Enfermera, Certificado en Salud Familiar y Máster en Enfermería. Pontificia Universidad Católica de Chile,

Ph.D. en Economía, Universitat Rovira i Virgili.

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